Cuando mi hija mayor tenía un año y 5 meses escribí “Y la casa sin barrer”. Entonces éramos 3. Ella, mi marido y yo.
En el escrito cuento que tengo una hora libre al día, se me hacía cortísima para atender a las cosas que me interesaba hacer, y ahora, con dos hijas, aquella hora me parece un regalo, casi una inmensidad.
Mi primera hija tenía siestas previsibles, más o menos solía dormirlas a la misma hora y cuando se quedaba dormida sabía que contaba con una hora u hora y media, mínimo, para hacer mis cosas.
Mi segunda hija duerme poco, sus siestas pueden durar 10 minutos, 20 o una hora con 4 despertares. Por lo que contar con un tiempo determinado al día para hacer “mis cosas” es una ilusión. Y además, mi hija mayor de 4 años hace casi un año que ya no duerme durante el día. En fin, las madres sabemos lo que significa el sueño de nuestros bebés.
Hoy escribo estas líneas porque mi pequeña (de casi 18 meses) se durmió a las 21h tras un día entero sin siesta. Y me froto las manos pensando que podré escribir para la web CREAR Y CRIAR que con tanto cariño y entusiasmo estamos diseñando y nutriendo mis compañeras amigas y yo.
Sin embargo, tengo “una mosca detrás de la oreja” que me recuerda que en cualquier momento mi hija puede despertar y tendré que dejarlo para atenderla, darle teta y con suerte se volverá a dormir para seguir con la tarea.
¿Qué quiero decir con todo esto? Que la maternidad te enseña muchas cosas valiosas para la vida. ( Despertó) Y regreso después de un buen rato acompañando a mi hija mientras dormía definitivamente (hasta el siguiente despertar).
Decía que la maternidad nos enseña cosas muy valiosas, entre ellas, el arte de la paciencia. Acompañar el sueño de tu hija pacientemente cuando tienes otros quehaceres o incluso otras necesidades, es toda una enseñanza.
Te enseña a quitarte de en medio, a aceptar lo que hay, lo que está sucediendo ahora. A mí algunas veces me produce desasosiego, enfado. He caído alguna madrugada en la desesperación. Y me apetece contarlo aquí porque sé que somos muchas las que vivimos esta situación y no siempre sabemos cómo navegarla. También es cierto que la mayoría de las veces disfruto de acompañar a mis hijas en su descanso. Y siento mucha satisfacción al saber que estoy ofreciendo justo lo que necesitan para crecer sanas en todos los aspectos. Disfruto de ello, entre otras cosas, porque cuento con el apoyo de mi marido que se ocupa de su parte para que yo pueda dedicarme a nuestro descanso y conexión, pues siento, así lo experimentamos ambos, que es la madre la que ofrece este cuidado mejor en los primeros años, especialmente en los dos primeros años.
Lo que a mí me ha ayudado a navegar las noches más difíciles, ha sido tratar de generar una especie de cápsula del tiempo y dedicarme a oler a mi bebé, a mi hija, acariciar su cuerpo, visualizar la energía que ambas compartimos. No es sólo lo que yo doy a ella, es lo que ella me da a mi. Como un camino de ida y vuelta, de su corazón al mío. Un baile, la danza del cariño y la ternura. Sobre todo cuando era muy bebé conseguía meterme en esa danza con ella, las dos, disfrutando de lo que sucedía y sabiendo que en unos años ya no va a necesitarme tanto (quizá yo sí lo eche de menos). Ponerte en esa perspectiva, esto también pasará, ayuda a relativizar el cansancio que a veces nos producen los despertares constantes. Tener presente que es un tiempo necesario para su sano desarrollo y me atrevería a decir que para nuestro sano desarrollo como madres. Vivir hasta el fondo cada etapa de nuestros hijos, aprender de ello y disfrutarlo, dejará en nuestro corazón una huella amorosa y el recuerdo de lo que la infancia nos trae como regalo.
Pero si el agotamiento te está haciendo mella, busca ayuda, quizá no puedes disfrutar de algo así o no quieres, puede que tu vida sea complicada en cuanto a horarios a seguir por el trabajo fuera de casa o atraviesas una situación personal compleja, sin apoyo de tu pareja, o no tienes pareja u otro apoyo familiar para sostener la crianza. Yo estoy hablando de una experiencia personal y de cómo trato de llevarlo lo mejor posible atendiendo a mi situación y circunstancias pero me consta que hay tantas maneras de vivirlo como familias.
A veces contar con información veraz sobre cómo es el sueño en los bebés ayuda mucho a no desarrollar expectativas imposibles de cumplir. Se trata de conocer qué necesita tu bebé y encontrar el equilibrio entre lo que necesitas tú, él y la familia para acompañar su sueño y su descanso.
Me gustaría recomendar a una mujer que ha escrito sobre el sueño basándose en una investigación profunda para que puedas poner luz a las dudas que puedan aparecer en tu crianza con respecto a este tema. Ella es María Berrozpe y es madre de tres hijos.
Se dedicó a investigar el tema del sueño infantil durante 4 años. Fruto de un profundo y minucioso estudio sobre la naturaleza del sueño infantil, nació su libro ¡Dulces Sueños!, un trabajo que cuenta con más de 400 referencias a estudios científicos.
Os deseo un dulce sueño aún con despertares. Aprovechando cada uno de ellos para, tal vez, agradecer, ser la madre de tu hijo.