Las recomendaciones de la OMS y de la Agència de Salut Pública de Catalunya dicen que los bebés no deberían tomar nada de sal hasta los 24 meses y preferiblemente nada antes de los 3 años.
La OMS, además, ha actualizado su protocolo de ingesta de sal en grupos de todas las edades, como os conté en el artículo Nuevas recomendaciones de la OMS sobre la ingesta de sal en todos los grupos de edad.
¿Qué tiene de malo la sal?
La sal no tiene nada de malo per se. El sodio, de hecho, es un elemento necesario para el desarrollo de la vida. El problema es que abusar de ella está directamente relacionado con algunas enfermedades no transmitibles como la hipertensión, y asociados a esta, accidentes cerebrovasculares y enfermedades cardiovasculares.
De los 0 a los 3 años, es cuando se adquieren buena parte de los hábitos alimentarios que nos acompañarán toda la vida y nuestro papel como madres y padres es enseñarles a los niños y niñas a comer lo mejor posible. Y en esto entra el consumo excesivo de sal, ya que si su paladar se acostumbra a ese sabor tan fuerte, luego otros alimentos no les sabrán a nada y abusarán de la sal, con el riesgo para su salud que esto conlleva.
Y…¿ qué pasa con los bebés?
Vamos al tema que nos ocupa. Además de evitar la sal en sus alimentos para educar adecuadamente sus hábitos alimentarios y para evitarles problemas con el consumo de sodio excesivo en el futuro, hay otras razones para no darles nada de sal a los bebés.
El sistema renal de los bebés es muy inmaduro y no puede gestionar grandes cantidades de sodio. La ingesta máxima de sodio para un bebé de hasta 6 meses es de 120 mg y hasta el año de 200 mg.
Antes de los 6 meses con la leche, que debe ser su único alimento, es muy difícil que se supere esta marca, sin embargo, con el inicio de la alimentación complementaria, ya sea BLW o los tradicionales purés, es muy fácil pasarla si añadimos sal a su comida o hacemos uso de alimentos procesados, ya sena snacks, galletas o caldos para hacer sus papillas.
¿Cómo podemos controlar la sal en la comida de los bebés?
Los alimentos que deben primar en la dieta de toda la familia y, sobre todo, en la dieta de los más pequeños, deben ser los alimentos frescos o mínimamente procesados. Las frutas, verduras, carnes y pescados sin procesar nos aportarán las cantidades de sodio naturalmente presentes para satisfacer nuestras necesidades diarias (al igual que ocurre con el azúcar).
Ojo con la sal invisible
La sal invisible o la sal oculta es la que está en los alimentos que compramos, sin saber que está ahí. Para descubrirla hay que leer detenidamente las etiquetas en busca de sodio o directamente sal. Casi todos los alimentos que vienen con etiqueta van a llevar sal y azúcar en cantidades poco saludables. Aunque hay buenos procesados, como por ejemplo las verduras congeladas, que no suelen llevar nada de aditivos (siempre mejor leer la etiqueta y asegurarse).
En cualquier caso, en nuestra mesa deben primar los alimentos frescos y cocinados sin sal. Podemos añadir una poca en el plato de los adultos una vez hayamos sacado la comida del bebé. Debemos evitar comer alimentos con sal añadida (como aperitivos salados) y nunca ofrecérselos a los menores de 2 años, y mejor si alargamos esta recomendación a los 3 años.
Lo mismo aplica a los alimentos que venden para bebés. No os fiéis de las marcas ni de productos llamados «Mi primer…», ni de papillas o potitos, ni siquiera de los de farmacia. Siempre debemos leer la etiqueta para asegurarnos de que lo que estamos comprando es lo que le queremos dar al bebé. Sí, no es ético y sí, los gobiernos y las autoridades sanitarias deberían hacer algo con los productos para bebés poco saludables, pero mientras nadie haga nada tendremos que ser las familias las que velemos por la seguridad de nuestros pequeños.