¿Qué necesita una mujer embarazada?, ¿puede una mujer prepararse para el parto?, ¿en qué sentido?, ¿alguna mujer se prepara para el posparto?, ¿ayudaría pensar durante el embarazo sobre la experiencia que vendrá después de parir?, ¿estamos las mujeres receptivas a esto mientras gestamos?,¿qué papel tiene el padre en todo esto, la pareja?

Son preguntas que podemos hacernos para acercarnos a la experiencia maternal, especialmente si trabajamos con mujeres y madres. Puesto que cada experiencia es diferente, sería interesante mirar a la mujer en su globalidad, teniendo en cuenta su idiosincrasia. Sin embargo, esto rara vez sucede. Se pone por delante de la persona un protocolo, estadísticas y se intenta que la mujer encaje en ello y no al revés.

¿Qué ocurre en el interior de una mujer embarazada?

El embarazo es un momento revolucionario en la vida de la mujer. Una oportunidad para conocernos mejor. Es un tiempo que las mujeres podemos vivir con incertidumbre, en ocasiones con mucho miedo, ansiedad o quizá alegres, llenas de vitalidad, en bienestar y profundamente. Se despliega un amplio abanico de posibilidades y cada mujer las puede vivir de manera diferente.

¿Qué nos podría ayudar a transitar estas emociones en el embarazo?

Sugiero lo siguiente:

-Contar con un espacio dentro de nosotras y fuera donde expresar lo que sea que sentimos. Un espacio de silencio y atención en nuestro interior y la posibilidad también de volcarlo fuera en un entorno donde nos sintamos escuchadas y contenidas. Las emociones estarán ahí, cumpliendo su función, no se trata de luchar contra ellas, oponernos, ni siquiera identificarnos, sino que les dejamos expresarse, las tratamos con ecuanimidad (sin aferrarnos, sin rechazar) observando cómo van y vienen. Igual que observamos las olas del mar rompiendo o acariciando, me gusta más está imagen, en la orilla.

Este contactar con nuestro interior nos conecta también con el ser que llevamos dentro, nuestro bebé. Sabemos ya que esa conexión desde el principio, en el útero, repercutirá en la salud de nuestro hijo. Y que nuestra salud emocional, (física, mental, espiritual), estará nutriéndonos a ambos. No tenemos que ser madres perfectas, con pensamientos positivos y alegres todo el rato (¿existe acaso tal cosa?) Ser una misma, permitirnos estar tristes, confundidas, rabiosas, con miedo, desatinadas, alegres, enérgicas, entusiastas, llenas de gratitud, etc. para tener la oportunidad de ver qué quiere decirnos cada emoción, qué mensaje nos trae y poderlo traducir y transformar de manera creativa. Durante el periodo de desarrollo en el útero y la vida posnatal inmediata, es cuando se desarrollan los diferentes sistemas internos esenciales para la regulación emocional. 

¿Afectan a los bebés nuestras emociones?

Se necesitan más investigaciones que se centren en el recién nacido y los primeros meses de vida. Lo que se atribuye a los genes podría ser el resultado de experiencias prenatales y de la primera infancia, sin embargo, no es fácil separar y diferenciar la influencia del “ambiente” de la predisposición genética.

Hay investigadores que piensan que el temperamento emerge en el curso del primer año ( Sroufe, 1995) Dicho temperamento no es demasiado estable durante la primera infancia, la conducta del bebé es muy variable y aún no está bien organizada ni regulada (Wolke y St. James Robert, 1987).

En cualquier caso, en nuestras manos está o en nuestro corazón, hacer espacio dentro de nosotras para recibir cualquier emoción que venga y generar la atención y el cuidado hacia nosotras que después vamos a extender a nuestras hijas.

En otro artículo daremos unas pinceladas sobre cómo hacer el trabajo interior, unos apuntes sobre el viaje del que hablaba a nuestro hogar interior.