La belleza en la infancia

La belleza en la infancia

¿Cómo cultivar la belleza en la infancia?

Me considero una buscadora de belleza. Necesito la belleza para vivir. Un hogar bello, un lugar para desarrollar mi trabajo bello, en definitiva, necesito estar rodeada de belleza, de lo que para mí es bello, claro.

 Anoche celebramos en familia el inicio del verano y mi hija de 4 años hizo de maestra de ceremonias. Buscó por casa regalos para hacernos a su padre y a mí y los envolvió en la bolsa de tela donde guarda el almuerzo del cole. Nos pedía sentarnos frente a ella para hacer la entrega. Fue entrañable y hermoso comprobar cómo la semilla de la búsqueda de la belleza está germinando en ella. Me pregunto si habría tenido interés en poner espacios bonitos en casa o en disfrutar de la naturaleza si no lo hubiese visto en mí. Quizá el interés se hubiese desarrollado o expresado de otra manera, en cualquier caso, me resulta muy bello comprobar cómo cuida los detalles, cómo prepara la mesa cuando tengo una sesión de terapia on line y me coloca los símbolos que para ella son bonitos, significativos y que van a ayudarme a acompañar mejor a la persona que “viene a verme”. O cómo celebra la vida escogiendo los símbolos y rituales para ello. Ayer danzamos y nos lavamos la cara con el agua del cuenco donde habíamos puesto lavanda y flores de jazmín con las que previamente ella se había dado un baño.

 Quizá todo esto que te cuento no va contigo para nada, sin embargo, quiero compartirlo como muestra de un cultivo de la belleza en el seno del hogar. Creo que todos necesitamos belleza para vivir, aquello que nos haga sentir bien, en armonía, aquello que calma nuestros sentidos y nos llena de alegría. 

¿Qué es para ti la belleza?

Si no lo has hecho, puedes empezar por preguntarte qué es para ti la belleza. ¿Trabajas en un espacio bello?, ¿las personas con las que te rodeas cultivan la belleza?, ¿vives en una casa en la que descansas y te sientes bien, como en un hogar? 

Personalmente, creo que nunca fui tan consciente de la necesidad de belleza como ahora. Es decir, soy una buscadora nata de belleza pero no lo sabía. A lo largo de mi vida he pasado por situaciones que para mi sensibilidad eran desagradables o difíciles de aceptar, sin embargo, la brújula que me indicaba el norte de la belleza, no me funcionaba demasiado bien, lo que hacía que no me cuidase y que aceptase cosas que me hacían daño. Y a veces cosas sencillas, no hablo de situaciones muy complejas, podría ser escuchar sonidos, ruidos, o ver imágenes que pueden dañar la sensibilidad de una niña. Y no pensemos en algo muy horrible, por ejemplo, de niña siempre me sentó mal ver los telediarios pero no tenía escapatoria en casa, no tuvieron en cuenta mi sensibilidad en este sentido, seguramente porque para mis padres era algo sin importancia y lo que me pasaba a mí era que “quería meter como el avestruz, la cabeza bajo tierra” (esto me lo decían ya de más mayor) 

Hace tiempo que eso no me sucede, y atiendo y trato con cariño a mis necesidades y sensibilidad. Las tengo en cuenta y deseo que asimismo, mis hijas coloquen la brújula, esa voz interior, en el lugar que corresponde. Es decir, que le den la legitimidad que merece, por encima de otras voces. Qué tengan muy en cuenta lo que su cuerpo necesita, el alimento, el vestido que les sienta bien (que no pica, ni molesta la etiqueta, ni aprieta la cremallera), de forma que poco a poco vayan afinando su escucha, su mirada y su corazón. ¿Y esto cómo se hace? Poco a poco, escuchando a nuestros hijos, observando mucho, descubriendo qué necesitan, más allá de si eso nos gusta o nos parece “razonable”. Volviendo al ejemplo de la ropa, creo que es algo que va más allá de elegir libremente cómo vestirse, que también es algo a tener en cuenta. Mi hija mayor es muy sensible, siempre lo ha sido, a las texturas de la ropa, etiquetas, cremalleras, etc. y siempre lo hemos respetado. Podía haber pensado que es una exagerada y que no es para tanto y que tiene que acostumbrarse a llevar según qué cosas, sin embargo, hemos escuchado su necesidad en este sentido, la hemos validado y ofrecemos lo que le proporciona bienestar. De esta forma confío en que crezca sintiendo que sus necesidades son importantes, que lo que siente está bien, que tiene sentido. Y que no es cuestionado sino escuchado. ¡Cómo nos cuesta a los adultos escuchar sin más!

Confío en que si su cuerpo está tranquilo, receptivo, abierto, será más fácil apreciar la belleza de la vida. Sin tensiones innecesarias. Su instinto e intuición son verdaderas.

Ideas para cultivar la belleza en familia

La belleza en la infancia
  • Pasar tiempo en la naturaleza ayuda a conectar con el milagro de la vida. Si no tenemos cerca parques o lugares con árboles y naturaleza, podemos recrearla en casa poniendo pequeños jardines en maceteros rectangulares, plantas, etc. A mí me ayuda pensar que todo es naturaleza, que la Madre Tierra está en todo y nos sostiene, en ella somos y nos movemos. Por supuesto si te asomas a la ventana y puedes ver flores y animales, podrás conectar más fácilmente pero si no es así, siempre puedes traer cosas a casa de tus paseos o excursiones.
  • Colocar esos tesoros en lugares bonitos del hogar, como recuerdo del milagro de la vida. Y ponernos frente a ellos a observarlos y agradecer. Conchas, palos, flores, piedras, ramas, etc.
  • Nombrar la belleza siempre que tú la percibas. Con el tiempo es precioso ver cómo tus hijos se asombran al igual que tú con un cielo bello, un arco iris inesperado, las nubes o los árboles.
  • Pasear descalzos sobre la tierra y tocar los árboles mirándolos con atención.
  • Leer cuentos bellos. Qué hablen de valores como la bondad, la verdad y la belleza. Con la naturaleza como metáfora de lo divino. Para nosotras ha sido una maravilla contar con la compañía de “Las más bellas historias de Sybille von Olfers” que de un modo tan delicado y sensible escribió e ilustró. Son historias que llenas de simbología que nos hablan de la seguridad, la salida y el retorno a casa y la belleza de la naturaleza.
  • Hacer rituales en familia donde participen adultos y niños, compartiendo cada uno su sensibilidad. Jugando podemos celebrar la vida, las estaciones, los cumpleaños, a la vez que agradecemos y aprovechamos la ocasión para estar en contacto, disfrutarnos y bailar. 

Si os interesa este tema, dínoslo y podemos seguir hablando de cómo cultivar la belleza en la infancia. A través del juego y la diversión.

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